martes, 13 de noviembre de 2012

Sacrificios humanos aztecas


Los aztecas sacrificaban a diferentes tipos de personas, pero los principales eran los prisioneros de guerra, quienes recibían la promesa de que, a cambio de la captura de enemigos, su estatus social se vería elevado. Dicen que aquellos que eran sacrificados se convertían en ayudantes del dios Sol, en forma de aves cantarinas y mariposas.

Por otra parte, no todas las víctimas eran prisioneros de guerra. Importantes cantidades de esclavos eran también sacrificados. Además de mujeres y niños que eran elegidos para personificar a determinados dioses y diosas. Estos eran tratados con gran cuidado y ternura en el año precedente al momento de la ejecución.


Los aztecas creían que sin estos sacrificios los dioses no recibirían sus honras y el mundo llegaría a su fin. La idea central era que sin muerte no podía haber vida. Ellos pensaban que sin esa alimentación constante a Huitzilopochtlii, el Sol dejaría de salir. El sacrificio, entonces, era para mantener el equilibrio del universo, y evitar el fin del mundo. La idea central era que sin muerte no podía haber vida.


Sacrificios humanos aztecas


El sacrificio humano en el mundo prehispánico fue una práctica religiosa que se realizaba en el contexto de ciertos cultos de los pueblos indígenas de América. Aunque los casos más conocidos son los correspondientes al área mesoamericana donde los Aztecas fueron los que mas se destacaron.


El famoso Templo Mayor era el lugar donde las víctimas eran ofrecidas a los dioses en sacrificio. Este Templo estaba dedicado a dos de los más importantes dioses de los aztecas, Huitzilopochtli y Tlaloc. Era una pirámide escalonada conformado por 5 pisos y en la parte mas alta se encontraban dos santuarios (pequeñas salas de madera) dedicados a cada una de las deidades mencionadas anteriormente. Humanos eran sacrificados en estos santuarios y su sangre derramaba para calmar la sed de los dioses.


 

Sacrificios humanos aztecas


Al sur de la Ciudad de México, en Xochimilco, se encontraron los restos de un niño de tres a cuatro años cuyos huesos presentaban una coloración naranja o amarilla traslúcida; texturas tersas o vítreas, y compactación del tejido esponjoso, además del golpe del cráneo. Dado que después de sacrificarlos los mexicas solían hervir algunas de las cabezas, los arqueólogos concluyeron que el cráneo fue hervido y que se estrelló debido a la ebullición de la masa encefálica.